La lucha libre entre cholitas paceñas ya es un fenómeno global.
Se trata de un espectáculo muy llamativo porque usan sus trajes típicos durante las peleas y son muy fieras para defenderse.
También las llaman ‘las diosas del ring’.
Carmen Rosa, ‘la Campeona’, es la reina del cuadrilátero. Adornada con joyas brillantes y aplicaciones de oro en los dientes, gallarda se pasea por el escenario saludando a su público.
“Los hombres no son nada sin nosotras”, grita en un momento, arrebatándole el micrófono a un tímido narrador que se achica de sólo verla.
Es domingo y esta mujer va a luchar como una adolescente, pero va a perder la batalla.
Son casi las tres de la tarde y una pequeña fila de niños acompañados de sus padres se ha reunido en una casona del barrio 8 de Diciembre de La Paz. Ansiosos, todos esperan que la puerta de latón se abra para tomar por asalto las sillas metálicas y las bancas de madera que fueron acomodadas para la ocasión.
Hoy la lucha se perfila buena. Se enfrentan ‘la Campeona’ y Julia, ‘La Paceña’. La una es ruda y representa a los malos, la otra es buena y se supone que tiene técnica.
Antes lucharán los hombres: enmascarados gigantes de trayectoria extensa. Luego se enfrentarán dos parejas conformadas por una cholita y un hombre.
Sobre las 16:30 horas, con el aforo lleno, se inicia el espectáculo. ‘Salvaje’ y un torero panzón con corbata corta inician el trajín.
El sol invernal paceño apenas calienta a los asistentes que, emocionados, empiezan a insultar a ‘Salvaje’ por no respetar las reglas. Hay gritos, desestrés. Una mujer le lanza una botella de plástico al árbitro. Esta vez ha ganado el malo.
Al cabo de varios minutos, la lucha más esperada: la de las cholitas Carmen Rosa y Julia, ‘la Paceña’. La primera ya se acerca a los 41 años; la otra, a los 36.
De pronto, Carmen vuela por los aires y las polleras se lucen en su esplendor. Julia golpea y, olvidando sus buenas técnicas, saca una caja de madera de debajo del ring y se la rompe en la cabeza a su adversaria.
A esta hora ya han pedido que cambien el árbitro, un hombre moreno al que llaman el ‘Gato’ Montini intenta poner orden.
Es inútil, la lucha ha salido de control y el desenfreno provoca adrenalina en el público. Esta vez gana la buena y ha dejado a Carmen Rosa con la cabeza rota.
La lucha de cholitas se ha convertido desde hace algunos años en otro atractivo turístico de La Paz, debido a la fama que les han dado los periodistas extranjeros.
Admirados de ver a mujeres de ascendencia indígena luchando de igual a igual entre ellas y contra los hombres, llegaron desde todas partes del mundo a filmar y escribir sobre este deporte. Tanto, que ya hay dos películas y un sinfín de documentales en su honor.
La fama, sin embargo, les ha costado el abuso. El empresario que las hizo pelear por primera vez, Juan Mamani, ‘Gitano’, empezó a cobrar mucho dinero por llevarlas de viaje a Argentina, Perú e incluso Estados Unidos, mientras que a ellas apenas les llegaban migajas.
Luego, al ver el interés de la prensa, decidió cobrar por cada entrevista que ellas dieran.
Cansadas de la situación, Carmen Rosa (Ana Polonia Choque Silvestre) y Julia (Rebeca Condori) decidieron independizarse y organizar sus propias luchas.
Desde finales de junio de este año, alquilaron una casa en el barrio 8 de Diciembre de La Paz, donde todos los domingos muestran sus artes.
La entrada cuesta diez bolivianos (un euro) para los nacionales y dos para los extranjeros. “Esta es nuestra nueva apuesta”, asegura Carmen Rosa, que de lunes a viernes deja los golpes y vende comida en un pequeño quiosco del centro paceño.
Se trata de un espectáculo muy llamativo porque usan sus trajes típicos durante las peleas y son muy fieras para defenderse.
También las llaman ‘las diosas del ring’.
Carmen Rosa, ‘la Campeona’, es la reina del cuadrilátero. Adornada con joyas brillantes y aplicaciones de oro en los dientes, gallarda se pasea por el escenario saludando a su público.
“Los hombres no son nada sin nosotras”, grita en un momento, arrebatándole el micrófono a un tímido narrador que se achica de sólo verla.
Es domingo y esta mujer va a luchar como una adolescente, pero va a perder la batalla.
Son casi las tres de la tarde y una pequeña fila de niños acompañados de sus padres se ha reunido en una casona del barrio 8 de Diciembre de La Paz. Ansiosos, todos esperan que la puerta de latón se abra para tomar por asalto las sillas metálicas y las bancas de madera que fueron acomodadas para la ocasión.
Hoy la lucha se perfila buena. Se enfrentan ‘la Campeona’ y Julia, ‘La Paceña’. La una es ruda y representa a los malos, la otra es buena y se supone que tiene técnica.
Antes lucharán los hombres: enmascarados gigantes de trayectoria extensa. Luego se enfrentarán dos parejas conformadas por una cholita y un hombre.
Sobre las 16:30 horas, con el aforo lleno, se inicia el espectáculo. ‘Salvaje’ y un torero panzón con corbata corta inician el trajín.
El sol invernal paceño apenas calienta a los asistentes que, emocionados, empiezan a insultar a ‘Salvaje’ por no respetar las reglas. Hay gritos, desestrés. Una mujer le lanza una botella de plástico al árbitro. Esta vez ha ganado el malo.
Al cabo de varios minutos, la lucha más esperada: la de las cholitas Carmen Rosa y Julia, ‘la Paceña’. La primera ya se acerca a los 41 años; la otra, a los 36.
De pronto, Carmen vuela por los aires y las polleras se lucen en su esplendor. Julia golpea y, olvidando sus buenas técnicas, saca una caja de madera de debajo del ring y se la rompe en la cabeza a su adversaria.
A esta hora ya han pedido que cambien el árbitro, un hombre moreno al que llaman el ‘Gato’ Montini intenta poner orden.
Es inútil, la lucha ha salido de control y el desenfreno provoca adrenalina en el público. Esta vez gana la buena y ha dejado a Carmen Rosa con la cabeza rota.
La lucha de cholitas se ha convertido desde hace algunos años en otro atractivo turístico de La Paz, debido a la fama que les han dado los periodistas extranjeros.
Admirados de ver a mujeres de ascendencia indígena luchando de igual a igual entre ellas y contra los hombres, llegaron desde todas partes del mundo a filmar y escribir sobre este deporte. Tanto, que ya hay dos películas y un sinfín de documentales en su honor.
La fama, sin embargo, les ha costado el abuso. El empresario que las hizo pelear por primera vez, Juan Mamani, ‘Gitano’, empezó a cobrar mucho dinero por llevarlas de viaje a Argentina, Perú e incluso Estados Unidos, mientras que a ellas apenas les llegaban migajas.
Luego, al ver el interés de la prensa, decidió cobrar por cada entrevista que ellas dieran.
Cansadas de la situación, Carmen Rosa (Ana Polonia Choque Silvestre) y Julia (Rebeca Condori) decidieron independizarse y organizar sus propias luchas.
Desde finales de junio de este año, alquilaron una casa en el barrio 8 de Diciembre de La Paz, donde todos los domingos muestran sus artes.
La entrada cuesta diez bolivianos (un euro) para los nacionales y dos para los extranjeros. “Esta es nuestra nueva apuesta”, asegura Carmen Rosa, que de lunes a viernes deja los golpes y vende comida en un pequeño quiosco del centro paceño.
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