Los bolivianos ya estaban hartos de Titanes en el Ring y otros semejantes, así que los luchadores probaron con dejar entrar a sus mujeres, cholitas obedientes y aferradas a las tradiciones. No sabían lo que les esperaba, cuando le tomaron el gusto al deporte (o a la violencia, andá a saber) terminaron partiéndose cajones en la cabeza para deleite de los espectadores y de los patrocinadores.
Porque como de costumbre, esto parece un triunfo en la igualdad de sexos, pero qué querés que te diga. Se le siente un tufillo a nuevo modelo de explotación femenina. ¡Quién lo hubiera esperado de las más profundas tradiciones andinas? Pero ahí está, nos lo trae Alberto Moroy para nuestra sorpresa y para que veas que estas cosas que parecen tan modernas resulta que tienen origenes milenarios. Por si te interesa agregamos que chauvinismo estaría mal usado también en este caso, que se ajusta más a “misoginia” (odio o desprecio a las mujeres) o quizás también “ginofobia” (temor a las mujeres). ¿O ambas cosas son perversamente lo mismo?
Hoy Viajes nos lleva a La Paz, Bolivia para conocer un deporte extraño en cuanto al género de quienes lo practican, ya que el “Cachacascan criollo”, que muchos conocimos, (Titanes en el Ring, Gladiadores del Ring,) era y es practicado por hombres. En la portada Mujeres bolivianas de mediana edad, vistiendo las tradicionales faldas largas y sombreros, luchan hasta el fin, en uno de los deportes más extraños: la lucha libre femenina boliviana. Si bien el origen es moderno 2003, las raíces hay que buscarlas en el “Tinku”, un ritual y danza folklórica de Bolivia, de tiempos incaicos.
Estas combatientes vestidas extrañamente, en su mayoría madres y amas de casa, son héroes, donde miles de personas se reúnen para ver los combates cada semana. Las luchadoras son conocidas como “Cholitas”, y es extraordinariamente difícil competir, pues las mujeres saltan desde las cuerdas, vuelan por el aire y se golpean con verdadera fuerza. Lesiones y caras ensangrentadas son comunes. Las reglas permiten que se puedan romper cajones de madera sobre las cabezas de sus contrincantes.
Las peleas de las cholitas luchadoras han comenzado a extenderse por este país andino. El fenómeno empezó hace casi ocho años cuando los luchadores masculinos, desesperados por atraer más público a sus espectáculos, decidieron subir a mujeres al ring. Las primeras peleas se dieron en El Alto, ciudad-dormitorio de La Paz, pegada al aeropuerto J.F. Kenedy, de un millón de habitantes, a más de 4.000 m de altitud y de mayoría Aymará. Ya en el 2003, vi a mujeres pelear en una calle, me llamó la atención que la gente se arremolinara, pero nadie se animo a separarlas ,comento un turista. En las ciudades de El Alto y La Paz, las más pobladas de Bolivia, ya hay al menos ocho grupos de cholitas luchadoras, que se presentan con sobrenombres de batalla sugestivos, como ‘Juanita, la cariñosa’, ‘Elizabeth Rompecorazones’, ‘Jennifer Dos Caras’, ‘Marta, la Alteña’, ‘Remedios, la misteriosa’ o ‘Silvina, la Poderosa’.Las luchadoras suelen ser amas de casa o comerciantes
Relato
Llegó la hora de Yolanda “La Amorosa”. La luchadora, de menos de 30 años, camina hacia el ring con la elegancia de una actriz que llega al Festival de Cannes. Levanta la mano para saludar a su público, que la aplaude, le grita, la alienta, le chifla, le exige. Camina lento, con estirpe real y bambolea su faldón rosa. No parece una luchadora ruda, sino más bien una princesa inca. Tiene los ojos achinados, la nariz fina a pesar del puñetazo que más tarde supe que le pegó su padre, los labios grandes y el pelo azabache. Lleva una mantilla tejida a crochet y aros que parecen de oro, y que se quitará antes de luchar. Yolanda La Amorosa sube al ring y le muestra a sus seguidores lo que ellos quieren ver: puños cerrados y cara de mala. Hoy son más de 10 luchadoras que lograron que el cachacascán boliviano llegara al Show de Cristina en Miami, al National Geographic, a diarios españoles y alemanes; a la pantalla grande. El filme Cholita Libre, que retrata la vida y la lucha de cuatro bolivianas ganó recién el Festival de Cine y Mujer en Argentina.
Posibles orígenes
El Tinku es un ritual y una danza folklórica de Bolivia. El significado de la palabra Tinku en quechua es “encuentro” y en aymará significa “ataque físico”. es un ritual preincaico que se practica anualmente durante varios días en las comunidades de la región denominada Norte Potosí y en Sur Oruro en Bolivia. El tinku es originario de la región en que habitan los Laimes y Jucumanis (comunidades quechuas), situada al norte del departamento de Potosí y al Sur del departamento de Oruro. El rito ceremonial constituye un combate entre comunidades que se efectúan en entre varones, mujeres “Imilla wawas” (mujeres solteras) y niños de ambas comunidades. Los enfrentamientos corresponden a un ordenamiento social establecido. Generalmente las peleas son de uno contra uno, pero muchas veces el excesivo consumo de sustancias alcohólicas como la chicha lleva a peleas en conjunto, las que pueden causar graves heridas y hasta muerte. Últimamente las peleas están siendo controladas y vigiladas por un árbitro, que son las autoridades máximas de estas comunidades; ”el Cacique y el Alcalde Mayor.
El Correo
Porque como de costumbre, esto parece un triunfo en la igualdad de sexos, pero qué querés que te diga. Se le siente un tufillo a nuevo modelo de explotación femenina. ¡Quién lo hubiera esperado de las más profundas tradiciones andinas? Pero ahí está, nos lo trae Alberto Moroy para nuestra sorpresa y para que veas que estas cosas que parecen tan modernas resulta que tienen origenes milenarios. Por si te interesa agregamos que chauvinismo estaría mal usado también en este caso, que se ajusta más a “misoginia” (odio o desprecio a las mujeres) o quizás también “ginofobia” (temor a las mujeres). ¿O ambas cosas son perversamente lo mismo?
Hoy Viajes nos lleva a La Paz, Bolivia para conocer un deporte extraño en cuanto al género de quienes lo practican, ya que el “Cachacascan criollo”, que muchos conocimos, (Titanes en el Ring, Gladiadores del Ring,) era y es practicado por hombres. En la portada Mujeres bolivianas de mediana edad, vistiendo las tradicionales faldas largas y sombreros, luchan hasta el fin, en uno de los deportes más extraños: la lucha libre femenina boliviana. Si bien el origen es moderno 2003, las raíces hay que buscarlas en el “Tinku”, un ritual y danza folklórica de Bolivia, de tiempos incaicos.
Estas combatientes vestidas extrañamente, en su mayoría madres y amas de casa, son héroes, donde miles de personas se reúnen para ver los combates cada semana. Las luchadoras son conocidas como “Cholitas”, y es extraordinariamente difícil competir, pues las mujeres saltan desde las cuerdas, vuelan por el aire y se golpean con verdadera fuerza. Lesiones y caras ensangrentadas son comunes. Las reglas permiten que se puedan romper cajones de madera sobre las cabezas de sus contrincantes.
Las peleas de las cholitas luchadoras han comenzado a extenderse por este país andino. El fenómeno empezó hace casi ocho años cuando los luchadores masculinos, desesperados por atraer más público a sus espectáculos, decidieron subir a mujeres al ring. Las primeras peleas se dieron en El Alto, ciudad-dormitorio de La Paz, pegada al aeropuerto J.F. Kenedy, de un millón de habitantes, a más de 4.000 m de altitud y de mayoría Aymará. Ya en el 2003, vi a mujeres pelear en una calle, me llamó la atención que la gente se arremolinara, pero nadie se animo a separarlas ,comento un turista. En las ciudades de El Alto y La Paz, las más pobladas de Bolivia, ya hay al menos ocho grupos de cholitas luchadoras, que se presentan con sobrenombres de batalla sugestivos, como ‘Juanita, la cariñosa’, ‘Elizabeth Rompecorazones’, ‘Jennifer Dos Caras’, ‘Marta, la Alteña’, ‘Remedios, la misteriosa’ o ‘Silvina, la Poderosa’.Las luchadoras suelen ser amas de casa o comerciantes
Relato
Llegó la hora de Yolanda “La Amorosa”. La luchadora, de menos de 30 años, camina hacia el ring con la elegancia de una actriz que llega al Festival de Cannes. Levanta la mano para saludar a su público, que la aplaude, le grita, la alienta, le chifla, le exige. Camina lento, con estirpe real y bambolea su faldón rosa. No parece una luchadora ruda, sino más bien una princesa inca. Tiene los ojos achinados, la nariz fina a pesar del puñetazo que más tarde supe que le pegó su padre, los labios grandes y el pelo azabache. Lleva una mantilla tejida a crochet y aros que parecen de oro, y que se quitará antes de luchar. Yolanda La Amorosa sube al ring y le muestra a sus seguidores lo que ellos quieren ver: puños cerrados y cara de mala. Hoy son más de 10 luchadoras que lograron que el cachacascán boliviano llegara al Show de Cristina en Miami, al National Geographic, a diarios españoles y alemanes; a la pantalla grande. El filme Cholita Libre, que retrata la vida y la lucha de cuatro bolivianas ganó recién el Festival de Cine y Mujer en Argentina.
Posibles orígenes
El Tinku es un ritual y una danza folklórica de Bolivia. El significado de la palabra Tinku en quechua es “encuentro” y en aymará significa “ataque físico”. es un ritual preincaico que se practica anualmente durante varios días en las comunidades de la región denominada Norte Potosí y en Sur Oruro en Bolivia. El tinku es originario de la región en que habitan los Laimes y Jucumanis (comunidades quechuas), situada al norte del departamento de Potosí y al Sur del departamento de Oruro. El rito ceremonial constituye un combate entre comunidades que se efectúan en entre varones, mujeres “Imilla wawas” (mujeres solteras) y niños de ambas comunidades. Los enfrentamientos corresponden a un ordenamiento social establecido. Generalmente las peleas son de uno contra uno, pero muchas veces el excesivo consumo de sustancias alcohólicas como la chicha lleva a peleas en conjunto, las que pueden causar graves heridas y hasta muerte. Últimamente las peleas están siendo controladas y vigiladas por un árbitro, que son las autoridades máximas de estas comunidades; ”el Cacique y el Alcalde Mayor.
El Correo